En el kilómetro 27,5 aparte del cansancio, no pude mantener más las ganas de orinar y tuve que pararme unos segundos a descargar el depósito. Pensé que total, si tenía que sufrir para mantener el ritmo, que por lo menos no tuviese que sufrir por aguantarme las ganas. En aquel momento me pareció que era una opción acertada, pero al ponerme a correr de nuevo… noté directamente que mis piernas estaban duras como 2 troncos.
Kilómetro 30 con 2h32’55” ritmo 05:06, había bajado un poco la velocidad para ver si recuperaba las sensaciones en las piernas, pero no fue así, cada vez las sentía más duras y yo más cansado, hasta el punto de sentir que no seria capaz de acabar la carrera. Dicho en otras palabras, me di de lleno contra el muro!!
Había escuchado muchas veces la expresión del muro, pero honestamente, siempre pensé que era un poco exagerado. Según Jeff Galloway en su libro, “El muro es cuando en sólo unos metros, pasas de sentirte cansado pero capaz de continuar a sentirte como si no pudieses dar más de unos pasos”. Pues bien, ahora puedo decir que esta definición, explica perfectamente como me sentía en esos momentos.
En otras carreras, había tenido pequeños problemas de energía, pero nunca como en ésta. No sabía bien qué hacer y me puse a alternar caminar con trotar a ver si recuperaba. Pero mis piernas seguían sin responder y mi desesperación iba aumentando.
No podía creer lo que me estaba pasando y empecé a cuestionarme cosas como ¿qué estaba haciendo allí? o ¿qué necesidad tenía yo de eso? Unido al pensamiento negativo de que las maratones no se han hecho para mí, que me tenía que haber quedado con los Trails de montaña… Como podéis leer, las cosas no estaban yendo bien para mí en ese momento. Pero pensé, no has venido hasta aquí para retirarte por primera vez de una carrera y me empecé a motivar para acabarla aunque fuese caminando o arrastrándome, pero esa carrera la iba a acabar.
En el kilómetro 34 intenté estirar un poco, pero al flexionar las piernas un poco, la sensación que tenía era como si se me fuesen a romper los cuadriceps.
Kilómetro 35 en 3h02’35” con un ritmo de 05:13, me intentaba motivar diciéndome a mi mismo, ya sólo quedan 7km y esa distancia eres capaz de correrla entrenando sin problemas hasta en el peor de tus días.
En el kilómetro 36 y algo, ya harto de pasarlo mal, opté por caminar un rato largo y después de ahí me obligué a trotar aunque tuviese que ir casi arrastrando mis pies. Poco a poco las piernas se volvieron a calentar, llegando al kilómetro 38 en 3h27’16” y un ritmo de 5:27 y lo más importante me empecé a sentir que ya podía aguantar mi calvario particular sin necesidad de caminar.
Kilómetro 40 en 3h38’49” ritmo 5:28, momento en el que me volví a encontrar a mi novia y me sacó una sonrisa. Como iba en bicicleta y la carretera lo permitía, estuvo un rato a mi lado para animarme. La pobre nunca me había visto tan hecho polvo y se preocupó bastante, y yo que pensaba que con una sonrisita sería suficiente para engañarla y que no se enterase por lo que estaba pasando.
Desde ese momento hasta el final de la maratón intenté mantener el ritmo, hasta que me quedaban 100 metros para la meta y apreté los dientes para subir un poco el ritmo. La sensación que yo tenía es que estaba volando, pero mi gps me contó la verdad y entré a un ritmo entre 5:06 y 4:51. Cruzando finalmente la línea de meta en un tiempo oficial de 3h53’56” y un ritmo medio de 05:33.
Según crucé la meta me dieron una medalla preciosa y me pidieron el chip de la organización, ufff, lo que me costó agacharme para quitármelo. Un par de minutos después me encontré con mi novia, que me premió con un abrazo enorme y ahí fue cuando me di cuenta que ya había acabado, que había conseguido superar las adversidades, que era un FINISHER y que por poco, pero que había conseguido acabarla por debajo de las 4 horas. La sensación fue genial, nunca me había emocionado tanto al acabar una carrera, puede ser por el valor que tiene esta distancia o simplemente porque se había acabado el sufrimiento.
De lo único que estaba seguro es que ahora tocaba disfrutar de una buena cerveza fresquita y de mis vacaciones en el Norte de Noruega que acababan de empezar. Vacaciones que me servirían para pensar mucho sobre todo lo que involucra una maratón…